Bajo el adoquín, la playa
Febrero 2021 - en curso
“Bajo el adoquín, la playa” está compuesto por una serie de fotografías de playas plastificadas que he escondido debajo de adoquines encontrados en las calles de diferentes ciudades del mundo. He pintado de azul todas las baldosas que forman parte de esta intervención para que quien quiera pueda encontrarlas, levantarlas y sacar la playa de debajo (o simplemente, echarle un vistazo y recordar que en la ciudad también puedes encontrar pequeños paraísos...).
He grabado todo el proceso en vídeo para documentar la realización de este proyecto.
Febrero 2021 - en curso
“Bajo el adoquín, la playa” está compuesto por una serie de fotografías de playas plastificadas que he escondido debajo de adoquines encontrados en las calles de diferentes ciudades del mundo. He pintado de azul todas las baldosas que forman parte de esta intervención para que quien quiera pueda encontrarlas, levantarlas y sacar la playa de debajo (o simplemente, echarle un vistazo y recordar que en la ciudad también puedes encontrar pequeños paraísos...).
He grabado todo el proceso en vídeo para documentar la realización de este proyecto.
“Una serie de adoquines modificados marcan el ritmo de esta intervención, que aspira a reinterpretar la manera en la que los viandantes entienden una ciudad a la que ya están acostumbrados. El peatón se convierte sin quererlo en parte de la obra, obligado forzosamente a reflexionar sobre el paisaje urbano que le rodea.
Debajo de una serie de baldosas se ocultan fotografías plastificadas de diferentes playas. Lugares idílicos que se convierten en un símbolo de relax, tranquilidad, y vacaciones para los urbanitas acostumbrados al bullicio de la ciudad.
Para poder diferenciar los adoquines que forman parte de la obra, los he pintado de color azul. Así, el peatón que se encuentre con una de estas baldosas puede jugar a levantar la calle y descubrir a turistas veraneando en calas vírgenes y acantilados plagados de árboles.
Aquellos de nosotros que vivimos en las grandes urbes hemos perdido la conexión con el campo, la vegetación, el latir salvaje de la naturaleza. Nuestro entorno es tan previsible que se convierte en la película de fondo de nuestras vidas. Esta es una obra que nos hace reflexionar acerca de la rutina, lo cotidiano. Esas calles que conocemos de memoria y pateamos una y otra vez pueden ocultar maravillas aún por descubrir. Los escenarios improvisados formados por la arena y las pinturas crean una cápsula temporal que nos evoca la vida más allá del asfalto y nos recuerda que es posible traer el paraíso, y todo lo que esta idea nos provoca, a la ciudad.
El viandante se ve forzado a reflexionar sobre su entorno cuando por casualidad encuentra una de estas piezas de mobiliario urbano modificadas sutilmente. El paisaje de polución y cemento se convierte repentinamente en un mundo de nuevas posibilidades. La rutina de caminar una y otra vez sobre las mismas calles es reinterpretada para dar paso a una nueva concepción de la ciudad.
Se trata de una revisión del paisaje, una nueva manera de ver aquello que hemos visto un millón de veces. Debajo
de cada baldosa se encuentra un nuevo paraíso, debajo de cada adoquín puede haber una playa.”
Os dejo por aquí las coordenadas GPS de todas las playas que por ahora he escondido. Las iré actualizando según vaya ampliando la obra:
(40.4256994, -3.7067227)
(40.4251905, -3.7066901)
(40.4274372, -3.7070620)
(40.2919936, -3.7476820)
(42.0749381, 1.8700827) Tercera planta de “Konvent Puntzero”, en la cocina de la residencia.
Debajo de una serie de baldosas se ocultan fotografías plastificadas de diferentes playas. Lugares idílicos que se convierten en un símbolo de relax, tranquilidad, y vacaciones para los urbanitas acostumbrados al bullicio de la ciudad.
Para poder diferenciar los adoquines que forman parte de la obra, los he pintado de color azul. Así, el peatón que se encuentre con una de estas baldosas puede jugar a levantar la calle y descubrir a turistas veraneando en calas vírgenes y acantilados plagados de árboles.
Aquellos de nosotros que vivimos en las grandes urbes hemos perdido la conexión con el campo, la vegetación, el latir salvaje de la naturaleza. Nuestro entorno es tan previsible que se convierte en la película de fondo de nuestras vidas. Esta es una obra que nos hace reflexionar acerca de la rutina, lo cotidiano. Esas calles que conocemos de memoria y pateamos una y otra vez pueden ocultar maravillas aún por descubrir. Los escenarios improvisados formados por la arena y las pinturas crean una cápsula temporal que nos evoca la vida más allá del asfalto y nos recuerda que es posible traer el paraíso, y todo lo que esta idea nos provoca, a la ciudad.
El viandante se ve forzado a reflexionar sobre su entorno cuando por casualidad encuentra una de estas piezas de mobiliario urbano modificadas sutilmente. El paisaje de polución y cemento se convierte repentinamente en un mundo de nuevas posibilidades. La rutina de caminar una y otra vez sobre las mismas calles es reinterpretada para dar paso a una nueva concepción de la ciudad.
Se trata de una revisión del paisaje, una nueva manera de ver aquello que hemos visto un millón de veces. Debajo
de cada baldosa se encuentra un nuevo paraíso, debajo de cada adoquín puede haber una playa.”
Os dejo por aquí las coordenadas GPS de todas las playas que por ahora he escondido. Las iré actualizando según vaya ampliando la obra:
(40.4256994, -3.7067227)
(40.4251905, -3.7066901)
(40.4274372, -3.7070620)
(40.2919936, -3.7476820)
(42.0749381, 1.8700827) Tercera planta de “Konvent Puntzero”, en la cocina de la residencia.